Una oferta de valor que se sustenta en un beneficio para el planeta entero no podría obtener otros resultados que el éxito para su marca y el aumento progresivo de personas que quieran sumar la propia a esta dirección para crecer juntos, así como impulsar esas prácticas ecoamigables. Un verdadero ganar-ganar.
“Para nosotros, lo más importante es que no consideramos a los clientes sólo porque compran nuestro producto, sino porque son nuestros aliados en esta tarea de crear cultura para usar bolsas ecológicas en lugar de las plásticas y así eliminarlas por completo, para lograr un impacto positivo en el ambiente”, explica María Luisa Lafuente, directora general de Bolsas Ecológicas Bahía, un emprendimiento familiar en plena expansión.
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Junto a su esposo Richard Medina, quien se retiró tras jugar baloncesto profesional durante 22 años, en 2005 fundaron en la Isla de Margarita (Venezuela) una empresa de productos textiles diversos, entre ellos bolsas ecológicas que se elaboraban artesanalmente, es decir, utilizando máquinas de coser e hilos.
La demanda fue tan alta que decidieron invertir en maquinaria con tecnología de punta, lo cual les permite producir 20 mil bolsas por día, con las ventajas de que la elaboración es totalmente automatizada, la materia prima no es tejida y los productos se sellan con calor en lugar de hilos, lo cual las hace aún más ecológicas. Además, una bolsa ecológica evita el uso de 600 plásticas.
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El nombre Bahía proviene de una tradición de calidad y reputación familiar, ya que los ancestros de María Luisa llegaron a la Isla de Margarita hace 70 años y fundaron su primer hotel, que luego se convirtió también en un exitoso restaurante y durante décadas fue lugar de referencia en la localidad. Actualmente, es en esas mismas instalaciones donde opera la fábrica de bolsas ecológicas.
Tan variados como sus usos, son los tamaños de las bolsas: desde las elaboradas para llevar botellas; las decoradas con cintas para destacar productos delicados como bisuterías; otras más sencillas con los logos e información de las empresas contratantes; las “tulas” deportivas, una especie de morrales pequeños, muy utilizados en los kits para maratones; también realizan delantales para niños y adultos, así como ropa descartable para procedimientos quirúrgicos.
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“Ha sido muy alta la receptividad y no sólo en la isla, porque nos contratan desde cualquier parte de Venezuela. El interés por parte de empresas que quieren publicitar sus marcas a través de las bolsas ha ido creciendo, principalmente por los beneficios que ofrecen el reducir el uso de las bolsas plásticas y permitir que sus marcas sigan siendo visibles luego de los eventos o de la venta de sus productos, por la reutilización que las personas le dan a las bolsas ecológicas”, explica Lafuente.
Sus principales clientes son empresas licoreras, laboratorios farmacéuticos, tiendas de ropa, así como compañías organizadoras de carreras y maratones. Pero también mantienen alianzas con fundaciones y ONG, entre ellos Senos Ayuda (que lucha contra el cáncer de mamas) y varios centros educativos de la Isla, “porque creemos que es muy importante enseñar a los niños y jóvenes a formarse en esa cultura ecológica. Ellos son como unas esponjitas y llevan ese aprendizaje a sus casas”, expresa la directora general de Bahía.
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Y es que aunque considera que aún no hay mucha conciencia respecto a la conducta ecoamigable en esa zona y en el país en general, es gracias a esos nacientes movimientos masivos para limpiar las playas y atender animales abandonados que se puede creer en la posibilidad de cambio hacia una cultura ciudadana orientada a la preservación ambiental, que por ejemplo, en Europa, es parte de su cotidianidad.
“En Margarita, por la dependencia de la Isla de tierra firme, en el caso de los desechos el plástico descartado se queda aquí, con consecuencias nefastas para el ambiente. Esta labor de promover el uso de las bolsas ecológicas es lo que nos motiva. Esperamos seguir creciendo y contar próximamente con la elaboración de materia prima por cuenta propia para autoabastecernos y garantizar aún más la producción”, afirma María Luisa.