En el marketing digital, siempre hablamos de la necesidad de conocer profundamente lo que desea nuestra audiencia para, de esa forma, satisfacerla. Sin embargo, entre saber escucharla y apegarse a lo que ella dictamine, hay una diferencia sustancial.
Cuando hablamos de apego nos referimos a colocar por encima de nuestro bienestar el de otros. Por ejemplo, los padres y las madres pondrán el beneficio de sus hijos más allá del propio. Es normal. Lo que no es normal es sentir que para tomar decisiones deba estar obligatoriamente la otra persona, ya sea el hijo, la pareja, los padres, el jefe o el cliente.
Cuando pensamos que si ese otro no está presente,** las razones de nuestra vida no son válidas, o cuando sentimos que sin la aprobación externa algo nos falta**, es hora de revisar el nivel de dependencia que hemos desarrollado hacia el otro.
Siempre nos va a importar la opinión de las personas queridas o de esos seres humanos con los cuales debemos compartir responsabilidades, pero cuando esa visión externa se hace** imprescindible e impostergable **se está en presencia del apego tóxico. Esta emoción destructiva, según lo explica Bernardo Stamateas, en el libro _Emociones tóxicas_, engendra descalificación, frustración, miedo y ansiedad. Todo ello en nombre de una falsa creencia: la que dictamina que la opinión del otro es mucho más importante que la propia.
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El apego tóxico no permite que tu emprendimiento crezca. La razón es sencilla: el apego genera ansiedad y cuando estamos ansiosos perdemos la serenidad para evaluar** la estrategia más adecuada, que permita desarrollar una conversación efectiva con el cliente**.
Asimismo, cuando se sufre de apego se hace cualquier cosa con tal de conseguir la aprobación de la audiencia. Si de forzarla se trata, pues, al apegado no le importará pasar por encima de cualquier cosa con tal de conseguir ese “sí” definitivo. Esta es una actitud muy peligrosa para cualquier emprendedor, porque cuando forzamos la aceptación, la reacción natural es el rechazo. Esto simplemente genera más ansiedad, frustración, miedo e intolerancia, sobre todo hacia aquellos resultados que no eran los esperados.
Así, cuando desarrollamos un emprendimiento hay que estar alerta a no caer en una actitud de apego tóxico, que pretenda forzar la aceptación del usuario a cualquier costo.
De allí que uno de los principios del mercadeo oportuno sea el desapego.
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La idea es que** las ventas se concreten por la calidad del servicio prestado y por las necesidades que pueda cubrir**, antes que por haber ejecutado una carrera persecutoria para que el cliente, finalmente, acepte la oferta.
La aceptación, la autovaloración y la perseverancia son condiciones, a juicio de Stamateas, que alejan el apego tóxico, y que permiten al emprendedor no solo crecer personalmente sino también permitir que su emprendimiento crezca libre de presiones, apuntando con certeza hacia la prosperidad.